© Fernando Sarabia



Yo que arrastro cada verso por senderos de nostalgia, yo que he dado a mi guitarra una razón para sonar, con mis dedos que la buscan, con la voz que ella me arranca, son momentos de mi vida que nunca podré olvidar.

Cuando escucho sus sonidos, cuando a solas en mi cuarto yo la tomo entre mis manos, no la oigo rechistar, la imagino impaciente por saber qué avatares qué demonios me ha traído de nuevo a su lugar.

Cuando escucho sus sonidos, cuando la puedo tocar y cantar, es mi vida que llevo tan dentro, es la gente, mi alma dormida, es la niña que roba mi paz.

Cuando ahogo sentimientos descubriendo su morada, cuando amigos de mi infancia los tuve que abandonar, esos rostros ya borrosos que la nube de mi tiempo, por los años transcurridos, ya no sabe dibujar.

Es un viento enfurecido, presa fácil me hago cargo, son palabras que las canto a ese alguien que vendrá, ilusiones que sembramos, la cosecha que la escriban, yo a solas, esa notas, mi guitarra y nada más.

Cuando escucho sus sonidos,                                   cuando la puedo tocar y cantar...


Mi guitarra